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viernes, 3 de junio de 2022

Secretos para enfrentarse a la inflación.

Esto fue escrito en el 2004 pero si lo lees es exactamente lo que sigue pasando en el 2022. ¡Qué cosa más curiosa eh?


Dicen que hay crisis y yo me lo creo, más que nada porque la sufro en mis prietas que no turgentes carnes. Pero luego hay una palabreja que nos machaca en la tele, en los periódicos…. La palabreja en cuestión es “Inflación” cuando aparece aunque no sepamos bien lo que es nos da un poco de yuyu, porque ya sabemos que eso significa que nos suben los precios… Los precios ¿de qué? Pues de todo, antes sabíamos que con el estreno del año nuevo subía todo, ahora sabemos que con el estreno de la semana, del mes, de la estación del año, por el día del Padre, el del niño y el de la madre que los parió a todos, suben los precios de todo aquello que más necesitamos, las cosas básicas que dirían algunos… Los artículos de lujo que decimos otros… Porque hay días que comer pan o bebernos un vaso de leche es un gran lujo en esta casa. Eso no es culpa de las vacas, ellas dan la misma leche, los otros añaden un poco más de agua y yo he llegado a la conclusión de que eso es lo que la encarece, el agua que le echan que como también sube… Pues hala a cobrar más por el cartoncillo. 

Y con la inflación nos han quitado los lugares de ocio preferidos por los españolitos: El bar… A ver quién es el guapo que se va a tomar un cafetito para que le claven 1,75€, no se puede, a no ser que vivas al lado de la Moncloa y entres allí a tomártelo que no sé donde he oído que están a setenta y cinco céntimos, ya mismo me voy yo pa’los Madriles que a mi el café me gusta mucho. 

Hasta los pijos de este país han cambiado sus hábitos, ya no van a los bares “supermegapijos” ahora se han adueñado del bareto de tapas de nuestros barrios, el bar Pepe, Manolo o Aquí te espero, esos que de toda la vida fueron patrimonio casi exclusivo de la clase obrera, entran allí y les encanta, se pasan el día diciendo: 

- "O sea, ¿aquí donde se escupe, sabes? 

- Oish, qué logrado está esto tía, si hasta tienen viejo con palillo de dientes y todo 

- Qué atrezzo más chachi". 

Por lo tanto, uno cuando va a al bar de toda la vida y te piden tres euros por una coca cola no es que sea el día de los Santos Inocentes, no, es que el inocente eres tú que te van subiendo la lata cada día y hasta que no redondean el precio no te has fijado que estás pagando quinientas de las antiguas rubias por la puñetera lata. Ya lo decía mi madre, “eso tan negro y con gas no puede ser bueno para la barriga” y más o menos tenía razón aunque le faltaba puntualizar, para la barriga y el bolsillo. Así que los bares los descartamos, comprar la coca cola en el super, de dos litros que sale más a cuenta y te llevas los vasos de duralex al parque, en cualquier banco os sentáis y hala, a beber fuera de casa, al más puro estilo botellón, pero con los niños. 

El otro atraco que más no duele es ir al super, antes íbamos los sábados a comprar para toda la semana, después al cine con los niños y cenábamos en cualquier bar, lo del bar ya lo hemos descartado, pero ir al super es una práctica que no debéis perder, con los veinte eurillos que tenéis de presupuesto pensareis que poco vais a comprar y no es así, os explico: haceros una lista de todo lo que engorda y cuando vayáis por el pasillo la vais mirando y descartando todo lo que tenéis apuntado, chocolate: no, eso no se compra; magdalenas, no eso no se compra; embutidos, no eso no se compra; patatas, no eso no se compra…. Carne, no eso no se compra, nos hemos vuelto vegetarianos… Verduras, no eso no se compra, tienen insecticidas…. Total metes en el carro un bote de tomate y dos paquetes de macarrones para toda la semana, la cuenta no te llega a cinco euros. 

Para disfrutar de la tarde completa has de ir despacito, dando una y otra vuelta a cada pasillo, en el de las colonias puedes perfumarte con los probadores y los niños que merienden con los productos en promoción que muy gustosamente la azafata les da a probar, de tanto en tanto les cambias el jersey y los despeinas un poco para que la buena mujer no se dé cuenta de que esos ya han pasado por allí, así las veces que sean necesarias hasta que estén hartos de comer. 

Al marido lo dejas sentado en la sección de zapatos (es el único sitio donde hay un banco) le llevas el libro que esté de moda, tiene toda la tarde para leérselo y sino ya lo acabará el sábado siguiente, eso si, procura que no doble la página por la que ha dejado de leer cuando lo devuelva a la estantería, quedaría feo. 

Sobre las nueve de la noche tendrás los pies hechos polvo, los niños cansados y con la barriga llena y al marido harto de leer, deseando llegar a casa, pero feliz con lo poco que has gastado, es la única manera de enfrentarse a la inflación. Además estarás orgullosa cuando les digas a las vecinas por el lavadero: “el sábado pasado fuimos a comprar, los niños cenaron y mi Pepe se leyó el bet-seller de moda y todo por el módico precio de cinco euros… Una que sabe ahorrar!!!!” 


Mª José 

04/09/2009


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