LA PARADOJA DE NUESTRO TIEMPO
La paradoja de nuestro tiempo, dentro del curso de la historia, es que tenemos edificios cada vez más altos, pero carecemos de cimientos personales; autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más, pero tenemos menos; compramos más y disfrutamos menos. Disponemos de casas más grandes y familias más pequeñas; más comodidades y menos tiempo. Tenemos más formación, pero menos sentido común; más conocimiento y menos juicio; más expertos y todavía muchos más problemas; más medicina, pero menos bienestar.
Hemos aprendido como ganarnos la vida, pero no como vivirla. Sabemos como aumentar la esperanza de vida, no como dar vida a los años. Hemos hecho el camino de ida y vuelta a la luna, pero tenemos problemas para cruzar la calle y presentarnos al nuevo vecino del barrio. Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior; hemos hecho más cosas, pero no mejores.
Estos son tiempos de comida rápida y digestión lenta; de hombres grandes y de poco carácter; grandes avances y relaciones superficiales. Esta es la era de los dos sueldos, pero del divorcio; de las casas de diseño, pero de los hogares rotos. Esta es la época de viajes cortos, pañales desechables y una moral de quita y pon; de citas de una noche, cuerpos con sobrepeso y pastillas que lo consiguen todo: una sonrisa, un silencio y la muerte. Es un tiempo donde hay mucho escaparate y nada en el almacén. Unos años en los que la tecnología te permite leer este blog, y en los que puedes elegir compartir estos pensamientos o simplemente borrarlos.
2 de septiembre del 2009
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