Han pasado los día, los meses, los años... Y ahí está ella sentada, sentada en el suelo con una vieja maleta llena de cosas que le recuerdan los años pasados, esos años que no sabe dónde han ido a parar porque pasaron por su lado sin que ella los viviera conscientemente, se dedicó a dejar pasar los días, los meses, los años... La vida.
Su vida ha sido una sinfonía inacabada de lágrimas, de suplicas y alguna que otra sonrisa despistada que se posó en sus labios para recordarle que habían otras personas en este mundo, personas felices, personas a los que su día a día no castigaba como le hacían a ella.
Mira todas las cosas que ha esparcido al abrir la maleta de los recuerdos, entre ellas hay una vieja fotografía que le llama la atención, la coge para verla mejor y una de esas extrañas sonrisas asoma a sus labios.
En la imagen hay una pareja, ella sentada apoyando la cabeza en el pecho de él, él sentado detrás de ella mientras con su brazo la rodea, los dos sonrientes, felices, enamorados. Su mente vuela a ese día, habían ido de excursión a un pueblo encantador que les regaló una gran nevada convirtiéndose en una bella postal de Navidad. Ese día jugaron con la nieve, pasearon cogidos de la mano parando de vez en cuando el tiempo suficiente para besarse o mirarse a los ojos, esos ojos brillantes, felices... ¡Cuánto tiempo hacía ya de ese día! Podía recordar el momento exacto en que fue tomada esa fotografía, el lugar... Un bar en el que habían entrado para refugiarse de la nevada y reconfortar sus cuerpos helados con un café caliente...
¿Qué pasó después? ¿Dónde fueron a parar todos los sueños que poblaban su vida en los días que fue tomada esa vieja fotografía? No lo sabe, solo sabe que después llegaron días llenos de discusiones, de desconfianzas, de lágrimas amargas que subían por su pecho y se escapaban de sus ojos aún sin quererlo ella, las separaciones y reconciliaciones que llenaron sus días...
Acaricia con su dedo lleno de arrugas el rostro de él amarillento por el paso del tiempo, recorre cada centímetro de la imagen mientras evoca las risas que compartieron, las noches apasionadas, los duros días de trabajo sin recompensa, los ratos pasados ante una taza de café mientras hablaban de cualquier tema...
Y mientras abraza la vieja fotografía trata de imaginar su rostro ahora, trata de imaginarlo sonriente abrazado a otra mujer pero no puede, no quiere. Sabe que él estará en algún lugar, no sabe si será lejos o cerca de ella, nunca volvió a encontrarse con él, nunca volvió a responder a sus llamadas ni mensajes, él la olvidó y encontró un nuevo amor al que abrazarse... Ella allí sentada en el suelo rodeada de todos sus recuerdos trata de sonreírle una vez más mientras le susurra al rostro de la foto un “te quiero, sé feliz estés donde estés” y con los dedos temblorosos fruto de los años recoge de nuevo sus recuerdos, su vida...
Lo mete todo en la maleta, la vuelve a guardar en el fondo del armario y con pasos cansados se encamina hasta su cama, una cama que se le ha quedado muy grande y solitaria, se sienta en el borde mientras saca sus pies de unas viejas zapatillas azules que en un pasado fueron usadas por él y se da cuenta de que aún lleva en una mano la fotografía, se tumba despacito y la posa en la almohada de su izquierda con mucho cariño, mirándola nota que se le cierran los ojos y algo le dice en su interior que no volverá a abrirlos de nuevo nunca más, sonríe mientras siente la mano de él encima de la suya y aunque sabe que solo son imaginaciones suyas acude a sus labios una última frase: "Buenas noches mi amor, te quiero más de lo que nunca podrás imaginar".
Mª José
02/07/2012
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