Porque tal vez están solos en sus casas, en un asilo de ancianos, de guardia en un puesto de trabajo, rodeados de familiares entre los que impera la hipocresía porque no se aguantan pero como es Navidad se sienten obligados a estar juntos para amargarse mutuamente estos días, rodeados de discusiones y malestar porque no hay acuerdo de quien come o cena en casa de quien, tener que aguantar a la suegra inaguantable o al primo aquel que no han visto en años porque es un plasta y cae en una de esas comidas......
Es tristeza para aquellos que un día nos miramos al espejo y vemos a una desconocida en él, porque la imagen que tenemos de nosotros es aquella de hace muchos años... Aquella imagen de una persona joven, lozana, con ojos sonrientes... ¿Cómo pasa el tiempo verdad? Y parece que no, parece que no nos movemos del sitio, que nuestro cuerpo sigue igual y que en realidad nada ha cambiado tanto... Pero si, si hemos cambiado... Mirándonos a es espejo recordamos una situación, vemos una foto y nos damos cuenta de todo lo que ha transcurrido desde ese momento al actual, toda la gente que hemos conocido, la que hemos perdido, de los sueños e ilusiones que teníamos entonces, de las ganas de reír, de que somos más altos, más calvos, más feos, más viejos, las desilusiones que me tocarían vivir y que estaban agazapadas sin dejarse ver. Pero esto es vivir, cosas y personas que pasan, otras que permanecen, otras que nos gustaría cambiar y otras que queremos conservar.
Pero hay que meterse en el cuerpo el espíritu de la Navidad. Hay que ser feliz aunque sean unas Navidades chungas las que se avecinan. Para la mayoría, para muchos de nosotros. Para esa mayoria que buscamos con desesperación sustento y bienestar. Trabajar y trabajar, si hay suerte y tienes trabajo. Y si encima cobras algo razonable, ya ni te digo... Una orgía. Te puedes permitir el lujo de comer en condiciones, de vestirte con cierta apariencia, aunque la camisa tenga más años que la Universidad de Salamanca. Incluso darte caprichos esporádicos en forma de cañita con los amigos. Un privilegio a disfrutar, ¡qué puñetas!, que no todo va a ser penar y penar en este valle de lágrimas.
Brindaremos con sidra del Dia, Carrefour... Que son más baratas, untaremos el pan con margarina y lo cubriremos espléndidamente con una suculenta rodaja de choped. Nos besaremos con cariño y fruición, besaremos deseándole felices fiestas al primo plasta, a la suegra inaguantable, al hijo adolescente rebelde, a la abuela criticona y a aquellos que nos quieren o queremos, si estamos solos volveremos al espejo y le daremos a esa imagen que nos mira el beso más apasionado de su vida. Nos comeremos ese polvoron que hemos guardado del año pasado y nos tomaremos otra copita de sidra.. ¡Qué no falte de nada! ¡que son fiestas!.
Feliz Navidad, aunque suene a cachondeo, os lo deseo de corazón. De lo del Año Nuevo, mejor ni hablar de momento, lo dejo para más adelante.
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