Querida hija:
Ya no estás en edad de recibir un dibujito dulce para corroborar una vez más cuánto te quiero. Ya eres mayor para hacerte cosquillas, abrazarte y besarte hasta dejarte sin aire. Aunque a veces siga poniéndolo en práctica. Sin embargo, para mí, cada 28 de julio seguirá siendo un día especial.
Hace 13 años iluminaste mi vida de una manera que yo desconocía. Pero aún, me resulta imposible definir la palabra "hija". Hija eres tú, con todo lo que despiertas en mí. Hija es tan imposible de describir, como mi vida sin ti. Hija es pensar en lo que vendrá, con tu imagen nítida delante de mis proyectos. Hija eres tú, aquélla que nació de mí. Aquélla que crie y eduqué pensando hasta en los más pequeños detalles. Aquélla que ya habla y actúa como un adulto con los pies bien puestos sobre la Tierra. Aquélla que cada tanto permite que le asomen sus rebeldías y al mismo tiempo minimiza mis enfados poniendo una sonrisa en su cara.
Me pregunto qué mundo te dejaremos para que seas un adulto feliz. A medida que vas creciendo, me aparecen más dudas y más temores. Sé que me equivoco permanentemente; sé que te doy dobles mensajes, y sé también que todos mis errores van a tener un precio. Con el tiempo, voy a darme cuenta si estoy haciendo bien mi trabajo. Si es así, serás buena gente, si no lo es, habré fracasado en esta tarea. ¿Sabes? No existe ninguna escuela donde puedan enseñarme a ser “madre”. Una vez me dijeron que a los hijos hay que llevarlos siempre de la mano. No soltarlos antes de tiempo para que no caminen solos, y no hacerlo demasiado tarde, para dejarlos crecer. Pero aún, no sé de qué manera lograrlo. Quiero que crezcas con libertad, aunque al mismo tiempo desconozco cuál será el momento para soltar tu mano y dejarte andar.
No intentes conseguir todas las respuestas a tus preguntas. La mayoría de las veces, no vas a hallar una lógica entre “lo que debe ser” y “lo que es”. Cuando crezcas, te vas a encontrar con un mundo muy distinto del que soñaste. Para no decepcionarte, tendrás que estar preparada y esa es mi misión. Yo voy a darte todas las herramientas necesarias para que puedas construir “tu mundo”, pero tu tendrás que poner toda tu inteligencia para saber cómo lograrlo. No sufras por no tener lo que no necesitas, pero esfuérzate por hacer realidad tus proyectos.
Trata de emprender tu vida con dignidad y que todo lo que intentes sea digno. Habrá muchas cosas que nunca podrás hacer, pero si estás convencida, lucha por conseguirlas. Siempre es mejor intentarlo que quedarse de brazos cruzados. No trates de andar por el camino más fácil; generalmente no da buenos resultados.
Sé buena persona. Aunque la idea es muy amplia, no es tan difícil como parece. El mundo está lleno de maldad, y más de una vez querrás tirar por la borda todas tus buenas intenciones. Pero por suerte, quienes tenemos incorporados los valores a nuestra vida, rara vez los abandonemos. Los valores “son” parte de nuestra vida y nos permiten mirar a los demás a los ojos y dormir con la conciencia tranquila.
No discrimines. Quienes discriminan, son sólo ignorantes y finalmente terminan siendo discriminados. No te burles del diferente. Seguramente, encontrarás en él virtudes y aptitudes que tal vez tu no tengas. No haga a los demás, aquellas cosas que no te gustaría que te hicieran. No seas necia. Cuando reclames tus derechos, asegúrate siempre primero de tener la razón en lo que vas a reclamar. Si es así, no te sientas vencida y lucha hasta las últimas consecuencias.
Sé tolerante. Cuando no coincidas con la opinión de los otros, no veas en el prójimo a un enemigo. Acepta oír todas las propuestas; pues lo importante no es que todos piensen igual que tu, sino que cada uno tenga libertad para expresar lo que piensa. Al fin y al cabo, somos individuos únicos y eso nos enriquece.
Estudia, más allá de pensar en tu futuro. Nunca dejes de hacerlo. Estudiar también enriquece y te permitirá abrir tu mente para ver las cosas con otro criterio. Aprende a exteriorizar todo lo que te ocurra. Es una de las mejores recetas para ser feliz. No sólo es importante sentir, también lo es demostrar. No seas egoísta. Aprende a compartir. Pero antes de hacerlo, pon a prueba tu inteligencia y mira bien quiénes te rodean.
Sé siempre optimista. Aunque las cosas se te compliquen, trata de pensar que mañana saldrá todo mejor. El pesimista nunca encuentra la forma de salir de un problema, mientras que los optimistas casi siempre consiguen abrir las puertas que se les cierran.
Acércate a mí siempre que me necesites. No tengas miedo de contarme tus cosas, de preguntarme, de saber. Nunca te quedes con dudas. Yo voy a darte todo lo que esté a mi alcance y más también. Nunca dejes de recordar, que este largo camino lo transitaremos juntas, de la mano, como te dije antes. Seguramente, cuando tu me des la señal, podré soltarte, pues estarás preparado para enfrentar la aventura de vivir como una verdadera protagonista y no como espectador.
Hoy, quiero regalarte un consejo. De igual a igual: Cada uno es único protagonista de su vida. Por lo tanto, también somos únicos responsables de los éxitos o fracasos que cargamos sobre nuestras espaldas. No hay que tenerle miedo a lo desconocido; cada experiencia nueva es un nuevo desafío y sólo hay que tener buena vista y un alto grado de percepción para reconocer en qué ámbito nos estamos moviendo. Equivocarse es parte de la vida y no es lo mismo que fracasar. Por lo tanto, nunca te detengas. Al contrario, proyecta siempre hacia el futuro y encontrarás así una buena razón para sonreír. Igual que yo cada vez que te veo y cada vez que pienso en el camino recorrido junto ti.
Y por último, nunca pierdas tu pureza ni tu hermosa sonrisa, pero más que eso, nunca, pero nunca te olvides de ser feliz.
Mª José
28 de julio del 2011
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