Un discurso de despedida para los signores

Mi querida Signora ¡qué diferente fue todo! Hoy releyendo este blog he vuelto a derramar amargas lágrimas por ti, nada fue como presagiábamos en aquel momento que sería, tu dolor y sufrimiento continuo en aquellas tierras italianas. Pero como la gran mujer que eres te recompusiste y seguiste adelante. ¡Bravo por ti, querida amiga!

Aún conservo aquella moneda, la tengo guardada en una cajita y en mi corazón.

Sé que reconoces que este discurso es para ti y que esta tarde te lo tendría que haber dicho todo en la cara… pero no me salían las palabras esta tarde en el puerto… sólo son mis dedos los que tienen fuerza para escribir lo que siento. Si intentaba hablar sabía que no podría contener las lágrimas y no quería que me vieses llorar.

Creo que todo el mundo odia las despedidas, no es algo que nos guste hacer, y lo digo yo que tengo la sensación que toda mi vida ha sido una sucesión de diferentes despedidas. Unas muy tristes porque esas personas desaparecieron para siempre de este mundo y otras (como la tuya) sabiendo que seguirás ahí, lejos pero a la vez cerca.

Hoy, después de haber pasado algún tiempo viéndonos a menudo, nos hemos dicho adiós, pero es un adiós que no significa un "hasta nunca", sino que va lleno de un eterno "hasta luego" que refleja esperanza, ilusiones, deseos, sueños, das un paso hacia una nueva etapa, que no precisamente tiene por qué ser mala, sino que también creo, será una época cargada de nuevos aprendizajes, llena de nuevas personas, de nuevos compañeros, que quizá algunos se conviertan en nuevos amigos, acompañada por una persona que te adora.

Esta noche querida amiga y confidente, cómplice de tantas lágrimas y algunas risas; esta noche te marcharas hacía un nuevo destino, un nuevo horizonte, esta noche han quedado sellados con un abrazo largo y unas cuantas lágrimas tuyas (las mías las guarde hasta subirme al coche) tantos días y noches compartidas a través de un monitor.

Cierro los ojos y regresa el eco de tu risa, capaz de despertar a los muertos, contagiosa, que nacía desde abajo, subterránea, y subía en borbotones alegres en una cascada de agua fresca. Pero que nadie se llame a engaño porque bajo esa apariencia menuda y frágil, latía una guerrera, la más fiera y valiente que haya conocido nunca. Tu voz es suave, tu trato gentil pero cuando abres la boca para afirmar, para preguntar, para denunciar, para aclarar y advertir hay que ponerse el cinturón de seguridad porque sin pedir permiso ni previo aviso, se abre paso la samurái, empeñada en librar la batalla, todas las batallas, la tuya y la de los otros, hasta el final. Hasta la muerte, si es necesario.

Del dolor sabes. Más de una vez te quebraste en mil pedazos y en tu boca quedó el sabor de la pérdida de los seres que más amabas, pero te levantaste. Para ti el fracaso no es una opción, aunque tú lo creas así. Eres mala perdedora, te cuesta aceptar la derrota y, quizás, pocas cosas te resultan tan seductoras como el afán de perseguir un sueño, de, simplemente, hacer el intento, de no darte por vencida antes de empezar, aunque muchas veces te flaquearon las fuerzas. La palabra imposible no está en tu amplio vocabulario, sobre todo cuando la usas para los demás. Me alentaste, me empujaste, me entusiasmaste con tu esperanza, tu fortaleza y tu tenacidad.

Una vez leí una frase de un filósofo chino, que decía que una amistad es como una relación de pareja, pero sin los momentos eróticos, y es tan cierto esto… Con un hombre, puedes llorar, reír, confiar, pelear, etc. y con una amiga también, la única diferencia esta en los besos.

Es difícil decir algo en situaciones de despedida dejando de lado la sensación de perdida que estas producen. Los momentos vividos, las palabras cruzadas, la confianza adquirida, la amistad ganada. A lo largo de este camino muchas veces duro de nuestra vida, ésta nos regala la presencia de un ser irrepetible al que nosotros tenemos la suerte de conocer. Una persona que su sola presencia irradia tanta paz, que todo aquel que está a su lado se siente dichoso.

Seguramente sean las líneas más difíciles que he podido escribir nunca. Es fácil escribir sobre lo que te gusta, sobre doña Puritana y Manolo, sobre algún tema simpático, sobre amores y desamores, es muy bonito. Pero escribir sobre esto es muy complicado, la pérdida de una persona a la que no solo conoces sino que admiras, como la que quieres llegar a ser, es muy difícil.

Siempre es preciso saber cuando se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo puedes empezar de nuevo como vas a hacer ahora, pero esta vez no estás sola, ésta vez tienes la compañía de un ser tan excepcional como tú.

Cada nuevo día es como una página en blanco en el diario de tu vida. Tienes el lápiz en la mano, pero no todas las líneas se escribirán como tú deseas, algunas derivarán del mundo y de las circunstancias que te rodean. Hay cosas que se escapan de nuestro control, pero, para las muchas cosas que si están bajo tu control, hay algo muy especial que es necesario que sepas... El secreto de la vida consiste en hacer que tu historia sea tan hermosa como puede serlo. Escribe en el diario de tus días y llena las páginas de palabras que surgen del corazón. A medida que las páginas te conduzcan a través del tiempo, descubrirás sendas que añadirán para ti dicha y congojas, pero si puedes hacer estas cosas, siempre habrá esperanza en tus mañanas.

Vas a dejar atrás un horrible pasado. Acabas de abrir la primera página del nuevo libro de tu vida, y está en blanco, impaciente por ser escrita. Siempre me quedará en el corazón tu inocencia, tu virtud, tu honor, tu sencillez, tu ángel, tu paciencia, tu lealtad y el recuerdo de los malos tiempos vividos pero con la dignidad de una gran mujer.

Gracias por todo lo que me has dado y por todo lo que permitiste que compartiera contigo. Nos veremos tan pronto como podamos en Roma y ten por seguro que llevaré conmigo la moneda que me has dado para echarla en la Fontana. Ahhhhhhh, que se me olvidaba; aún me debes un discurso!

Os deseo un gran futuro a los dos, os merecéis todo lo mejor que el mundo os pueda brindar. Siempre estaré aquí cuando me necesitéis.

Un gran abrazo signora Gina y un gran beso signore Luca, ya os echo de menos

Mª José
07/10/2009