Not seeing a Scroll to Top Button? Go to our FAQ page for more info.

Translate

miércoles, 29 de abril de 2020

Hay un morenito que me ha robado el alma


Me ha llegado un correo para notificarme que me devuelven el dinero de unos billetes de avión, me he quedado mirándolo mientras gruesas lágrimas por mis mejillas sin que yo hiciera nada por retenerlas, seguí con la mirada fija en la pantalla mientras mis pensamientos iban y venían sin control, imágenes, momentos, canciones, abrazos y besos, todo revuelto.

Recordaba la primera vez que tuve a mi niño entre mis brazos, esa cosa tan pequeñita, con tan sólo unas horas de vida, en esos momentos supe que me había robado el alma, que el amor que sentía no cabía en el corazón, no podía apartar mi mirada de esa personita tan perfecta, tan bonita, tan...

He pasado todos los momentos que he podido con él. Días y horas que me han hecho inmensamente feliz.

Recuerdos que nunca podré olvidar, cambiarlo, vestirlo, darle biberones, más tarde comidas, paseos, días de playa, dormir con él... Acnédotas que aún traen una sonrisa a mi cara; como la primera vez que le puse un chupete, la cara que puso porque no le gustaba, porque no sabía retenerlo en la boca y eso nos hizo estallar en carcajadas o aquel otro día que se quedó dormido en un rincón del cuco con el brazo tapándose la cara, así como diciendo: “no molestéis” o como estas navidades pasadas que no quería ningún regalo porque él quería una guitarra. ¡Tantos y tantos momentos!


Ahora esta maldita pandemia nos mantiene separados, no nos deja vernos, no deja que le besuquee toda la cara. Nos quitó que te viera en marzo, que le viera en Semana Santa y ahora que no pueda celebrar a su lado su segundo cumpleaños.

¡Tengo tantas ganas de verlo! ¡Tantas ganas de abrazarlo! ¡Tanto miedo de contagiarme de este maldito coronavirus y quizás no poder hacer todo eso nunca más! Intento no dejarme dominar por esos pensamientos, pero a ratos no los puedo evitar y me entra el pánico. Un pánico que me paraliza, que no me deja moverme del sofá mientras lloro desconsolada recordando su cara y su risa una y otra vez. 

Muchos días hacemos videollamada y el alma se me llena de alegría cuando oigo ese “yaya” acompañado de esa bonita sonrisa y me siento feliz viéndolo, aunque sea a través de una pantalla, mientras me explica con su media lengua las cosas que ha hecho, cantamos juntos o me enseña sus juguetes, son momentos especiales que seguramente tampoco podré olvidar.

Voy a limpiarme la cara, sonarme los mocos y ver que tengo que hacer para que me devuelvan el dinero mientras sigo pensando en ese morenito que me ha robado el alma.

Mª José
28/04/2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios me ayudarán a ecribir mejor cada día, todos los comentarios son constructivos.