Añoro a esa pequeña personita

Estos días que estoy pasando confinada en casa, sin salir, sin ver a nadie ni hablar a no ser por teléfono o a través de una puerta cerrada por miedo al contagio. En estos días pienso mucho en mi, en mi vida. Supongo que como muchas otras personas.

En mi vida, seguro que he hecho muchas cosas mal, esas ya no tienen remedio por mucho que ahora quisiera poder cambiarlas. También alguna habré hecho bien, no lo sé.

Pienso en los momentos tristes pasados pero intento pensar más aún en esos pequeños momentos que hicieron aflorar en mi cara una sonrisa. En las oportunidades perdidas y en las que he aprovechado. Hay personas que se cruzan en tu camino y aún sin saberlo te dan la oportunidad de vivir momentos muy felices, cuando esos días se acaban de repente como ahora, te das cuenta que ahí estabas muy bien y que los echas dolorosamente de menos.

En estos momentos, sin ningún contacto humano, sin besos ni abrazos, sin risas ni carcajadas es cuando se valora aún más, si eso es posible, esos besos y abrazos infantiles, dados porque si, sin esperar ni pedir nada a cambio. Echo de menos hacer el payaso y provocar una carcajada. Añoro a esa pequeña personita cargada de inocencia que al subir a un ascensor te dice que el Papa Noel que estaba puesto en Navidad ahora no está porque se ha ido a dormir ¿Puede haber algo más tierno?

Es entonces cuando recuerdas que cuando se está a gusto, hay que aprovechar al máximo y exprimir cada momento porque, cuando menos te lo esperas, la vida se puede parar. Que lo único que deseas ahora es salir lo menos herida posible de esta situación, pero que ni tú ni nadie sabe si saldrás o no, ahora vives con miedo, no quieres pensar, porque el miedo a contagiarte atenaza tu alma.

Las buenas experiencias se miden según la cantidad de sonrisas que se te escapan cuando las recuerdas.

Y a mí, se me están escapando muchas al recordarte mi pequeño Alvarito.

Mª José

13/04/2020