El sufrimiento es el peor compañero de todo ser humano, y sin embargo parece que forma parte de la vida llorar sangre de vez en cuando, En un instante todo se detiene es como congelar la imagen de una película que estuviésemos viendo, y el tiempo es el único que sigue su ritmo, de hecho el tiempo se convierte en una amenaza, pareciendo no pasar en esos instantes en que sufrir se hace presente en nuestras vidas.
¡Cuantas cosas hemos compartido!.... Y sin embargo nuestra forma de ver las cosas no siempre coinciden. Cosas buenas y malas; la mayoría de las veces las cosas malas nos enseñarían a no equivocarnos de nuevo… ¡que ilusos somos al creer eso! Caemos una vez, otra y otra…. Agradezco las lecciones que la vida me ha ido enseñando, más yo me pregunto ¿Era necesario que me las enseñara a base de tantas bofetadas? ¿Era de verdad imprescindible tanto sufrimiento para aprender? Aprender ¿Qué??? ¿A llorar a solas con la cara enterrada en una almohada? ¿Sentir que no hay nada que valga el precio que se paga?
Todos los que me conocen saben que no puedo hacer que dejen de sentir temor algún día en su vida, pero estoy para escucharlos y tratar de hallar soluciones, no puedo cambiar el pasado, porque no tengo una máquina del tiempo, ¡Ojalá la tuviera! Aunque cuando alguno me ha necesitado… Ahí he estado, para compartir toda la tristeza y desilusión que han sentido... Y sin embargo sé a ciencia cierta que cuando esos problemas se han resuelto, han vivido su vida y yo he caído en el olvido, se les ha borrado mi número de teléfono y mi nombre de su memoria, no puedo repróchaselo al que lo ha hecho, nunca hice nada esperando ningún tipo de recompensa, me basta con mi conciencia tranquila como premio.
Bien sé que sus alegrías e ilusiones no son mías, pero las disfruto sinceramente cuando veo a alguno de ellos feliz. No juzgaré las decisiones que han tomado, solo los he apoyado en todo aquello que he podido y los he ayudado aún con lo que no me podía permitir, sé que no puedo impedir que se alejen de mí, pero desearé que sean felices, y esperaré que vuelvan algún día… Y si no vuelvo a saber de ellos seguiré deseando que ese silencio sea porque la vida los trata bien.
Sé que nunca podré dejar que la careta de felicidad que mantengo delante de los demás se caiga, porque de alguna forma creo que es mi deber no cargar a nadie con mis neuras, mis problemas y mis sentimientos, sé que nadie puede ayudarme a dejar de sentir tanto dolor, porque también yo de alguna forma siento una profunda tristeza que no sé que es, pero que esta ahí, y no puedo deshacerme de ella.
Hay personas que viven, otros solo respiran, yo pertenezco a estos últimos, respiro porque a pesar de esos avisos que me da de vez en cuando la máquina del corazón avisando que se va a parar y se paró el jodido, pero volvió de nuevo a latir. Es tan testaruda como lo soy yo. Mi mayor consuelo es el saber que hay personas a las que aún hago sonreír, aunque cada vez menos, no porque ellas no estén dispuestas a escuchar mis disparates o leer mis tonterías, si no porque yo ya evito el contacto para no tener que explicar nada, no escribo un blog cada día como había hecho siempre porque no me quedan ánimos ni fuerzas para ello.
Volverán esos días… Eso espero, de momento mis sentimientos, mis ánimos, mi vida… Están en una montaña rusa sin fin, paso con suma facilidad de la risa al llanto, del llanto al trabajo febril, de la tristeza a la ira para volver a las risas.
Mª José
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