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miércoles, 1 de octubre de 2014

La ignorancia

Hoy sé lo cansada que estoy de la humanidad.

Estoy cansada de que la gente me diga que se debe hacer o no hacer. Pero quien es quien para decirme a mí... o a ti... ¿qué estamos acertados o errados en nuestras preguntas... en nuestras decisiones...en nuestras dudas?
¿Quién tiene el derecho de decir que debo hacer con mi vida? ¿O tú con la tuya?

¿Como hacer que la mayoría de la gente se resista al placer de la critica hacia su semejante?

Si nos atrevemos a opinar acerca de nuestras dudas... nunca faltara quien nos ponga un crucifijo en la frente y diga: “va de retro”, tan sólo porque algunos valientes no dicen lo que sienten...

Por eso a lo largo de los siglos pasados y aun en este siglo... seguimos en la misma ignorancia de siempre, tan solo queremos ver o escuchar lo que nos conviene, así es más sencillo, ya que no hay que meditar mucho acerca de las inquietudes de los demás, esto da mucho trabajo y requiere pensar, es más fácil tildarlos de locos...

Ya decía Virgilio en el siglo I, “la ignorancia es atrevida” y en este atrevimiento se escuda la humanidad para lapidar a aquellos que quieren respuestas. Hay mucha ignorancia en la sociedad y esto permite fantasear a todos los niveles.

Sócrates advirtió hace más de dos mil años, que deberíamos conocernos a nosotros mimos, antes de pretender conocer a nuestros semejantes.
Los seres humanos somos genética, es cierto, pero también es cierto que nos debemos a la cultura, ya que conocernos a nosotros mismos, es el mejor uso que se le puede dar a la inteligencia y también a la ciencia, de este modo sería más fácil la convivencia.

Muy pocos, dentro de los muchos que somos, emplea su tiempo en enseñar, en divulgar sus conocimientos con amor y sin egoísmos, no es tarea fácil, esto requiere un manejo de la información que no es accesible a todos los que componemos la sociedad.

Ignoramus (No sabemos), ese es el grito de los sabios.

Al contrario del ignorante que cree que lo sabe todo, y al no saber, más cree que sabe; el que de verdad sabe... sigue aprendiendo y jamás impone sus ideas tampoco... ¿Cómo podría hacerlo, si él tampoco lo sabe todo? Por esta misma razón sigue aprendiendo.


Vivir, existir es sin lugar a dudas una paradoja y una incongruencia... por la sencilla razón de que todos y cada uno de nosotros somos... desde el limbo hasta la tumba... un poco ignorantes.

Internet 2009

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