Recordaba ahora una canción quizás
vieja, quizás nueva... No lo sé, hacía tiempo que la había
escuchado... El tren de los sueños rotos.
¿Cuándo se rompe un sueño? No lo
sé... Pero si sé como duele cuando se rompe, sé cuan amargas son
las lágrimas que aún tratando de evitar que caigan, ellas rebeldes
bajan dejando un surco de dolor a su paso por la mejilla, las limpio
con un gesto de rabia con el dorso de la mano, pero antes de poder
recogerla ha caído otra, otra y otra más, dejándome las manos
mojadas... Mojadas de lágrimas rebeldes... De dolor.... De pena....
Pena ¿Por quien? ¿Por mi? ¿Por él? ¿Por todos? ¿Por lo que
creía que podía ser y no ha sido? ¿Por un nuevo fracaso? ¿Por
unos sueños rotos?
Siempre nos prometemos a nosotros
mismos que nadie más nos hará daño, que no volveremos a pasar por
ahí, que ya no volveremos a caer en esa trampa, porque eso del amor
es una trampa con el cepo más cruel que exista, porque cuando te
pillas los dedos no puedes soltarlo hasta que te los corta, solo que
no son los dedos lo que te pilla, sino todo lo que eres, todo tu
corazón dirían los románticos, pero no es así, el corazón sigue
latiendo, lo que te atrapa y te desgarra es todo lo que eres, como
eres... Todo tu mundo, es un huracán que se lleva todo lo que has
deseado, querido, valorado, te despoja de tu alma y te deja vacía
por dentro, sin nada más que amargura y dolor.
Hay personas que no sirven para
convivir con otra, es un hecho. Para eso no hace falta ni ser muy
lista ni haber convivido con un número indeterminado de personas.
Alguien me dijo una vez que tenía pocos elementos para hacer una
estadística... ¿Cuántos números se necesitan para que la
estadística sea completa?... Siempre lo discutí y creo que tengo
razón al seguir discutiéndolo. Las estadísticas se pueden hacer
con muchos números o con pocos, se hacen con los que posees y si de
diez son diez fracasos, la estadística será el cien por cien, si
son mil y mil fracasos seguirá siendo el cien por cien, si son tres
y tres fracasos seguirán siendo el cien por cien. Cometí el error
de creer que me equivocaba, tal como me decían, me equivocaba al
hacerlas.... Pues no, no me equivocaba, las estadísticas eran
correctas, el fracaso es al cien por cien. Hay personas que no
sirven, así de sencillo es el tema.
Lo más irónico es como nos empeñamos
en echar la culpa al otro, darle la vuelta a las cosas de manera que
quedemos libres, no importa el daño que hagamos, siempre será que
nos han obligado las circunstancias, nos ha obligado el carácter de
la otra persona... Entonces empezamos a practicar un deporte que no
está en las olimpiadas, pero debería estar, porque es un deporte
que practicamos muchísimo y que se nos da muy bien: “Porque tú”
así se debería llamar. Aprovechamos la menor oportunidad para
practicarlo: “ Porque tú me dijiste, porque tú hiciste, porque tú
me obligas, porque tú eres así, porque tú no das margen... Esta es
la mejor de todas, porque tú eres muy exigente, porque tú me has
obligado a hacerlo para no enfadarte...” Joderrrr... No es que me
enfade es que me has dado donde más duele, donde más me duele a mí,
por muy tonto que sea el tema para otras personas.
Y a partir de ahí un día nos
olvidamos del “porque tú” para retomarlo al siguiente, lo
dejamos otros y lo retomamos al siguiente... Hasta que destruimos
todos los sueños de la otra persona, hasta que le quitamos todo
aquello en lo que creía, hasta que la reducimos a una simple voz
histérica que grita dándonos aún más elementos para poder seguir
poniendo el pie encima de los trozos rotos y seguir aplastándolos aún
más, entonces vienen los reproches, viene la fase de: “yo no he
dicho eso” “esas palabras no las he pronunciado” aunque tú
acabas de oírlas... Pero nunca han sido dichas, sobre todo es que
oyes lo que quieres y tú empiezas a cuestionarte tu cordura,
empiezas a cuestionarte si estás en tu sano juicio o lo tienes algo
trastornado.
Llega un momento que ni siquiera estas
segura de ti misma, quedas anulada, pensando en que tienes razón que
los hechos están ahí, pero que quizás es que la fina cuerda que
separa la realidad con la demencia se ha roto y no te has dado
cuenta. Cuando te discuten tus valores, lo que siempre has creído
como algo correcto, te argumentan que no es así aunque los hechos te
den la razón, te quieren hacer ver que estás equivocada, que eres
tú que ves las cosas como no son... Que eres muy intransigente... El
mundo se te acaba de hundir bajo los pies, dejas de creer en ti
misma, nada tiene sentido, nada es lo que parece... La locura se ha
instalado en tu cabeza y no razonas, solo ves las cosas como son,
pero no son así.
Sigues con la esperanza de que todo sea
diferente, que lo que tus ojos han visto haya sido tan sólo un
juego, que los mensajes enviados hayan sido un juego, cruel, pero un
juego. Mantienes la esperanza hasta el último minuto, hasta que por
el altavoz de un móvil oyes su voz, un móvil que no es el tuyo, un
móvil que pertenece a otra mujer. Oyes decir que ya está llegando y
en ese momento deseas morir, deseas que todo sea un mal sueño, una
pesadilla de la que poder despertar, pero no lo és.
Cuando esto pasa después de muchos
años de convivir con alguien te duele pero es como si tuvieras la
certeza de que las cosas acabarían de esta manera o parecida, porque
aquellos sueños que compartías años atrás se han ido deteriorando
poco a poco, lentamente, imperceptiblemente... Pero cuando esto te
pasa cuando aún deberías estar viviendo entre risas, miradas
cómplices, caricias, besos y complicidad... Entonces la caída es
brutal, nadie te salva de sentirme la persona más inútil, fea,
ignorante y despreciable de este mundo.
Te miras al espejo y la
imagen que refleja no es la tuya, a esa no le puedes decir: ”nena tú
vales mucho” porque no es así, porque esa que ves tiene la piel
seca de las lágrimas, los ojos hinchados del llanto, de la falta de
sueño, de los cientos de cigarrillos consumidos... El pelo revuelto
no como hasta hace poco de una noche loca, sino de que el peine no
sabes donde está ni te importa, de la falta de agua y jabón porque
ni siquiera eso tiene sentido... El pijama que usas para dormir, para
levantarte, para todo el día... No, a esa imagen no le puedes decir
lo mucho que vale, muy al contrario, te la miras y le dices: “mira
que eres poca cosa eh??? “
Y como dice esa canción que mi amigo
compuso en unos momentos como los que ahora vivo yo... Aixxxx
Alejandro que nunca imaginaste que tu sentir de aquellos días sería
el sentir de muchos que entonces te animábamos!!!!
¿Qué voy a hacer de los sueños?
¿Qué voy a hacer con aquellos besos?
¿Qué puedo hacer con todo aquello que
soñamos?
dime dónde lo metemos.
¿Dónde guardo la mirada que me diste
alguna vez?
¿Dónde guardo las promesas, dónde
guardo el ayer?
¿Dónde guardo, niña, tu manera de
tocarme?
¿Dónde guardo mi fe?
Mª José
20/05/2014
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