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martes, 20 de mayo de 2014

El tren de los sueños rotos

Recordaba ahora una canción quizás vieja, quizás nueva... No lo sé, hacía tiempo que la había escuchado... El tren de los sueños rotos.



¿Cuándo se rompe un sueño? No lo sé... Pero si sé como duele cuando se rompe, sé cuan amargas son las lágrimas que aún tratando de evitar que caigan, ellas rebeldes bajan dejando un surco de dolor a su paso por la mejilla, las limpio con un gesto de rabia con el dorso de la mano, pero antes de poder recogerla ha caído otra, otra y otra más, dejándome las manos mojadas... Mojadas de lágrimas rebeldes... De dolor.... De pena.... Pena ¿Por quien? ¿Por mi? ¿Por él? ¿Por todos? ¿Por lo que creía que podía ser y no ha sido? ¿Por un nuevo fracaso? ¿Por unos sueños rotos?

Siempre nos prometemos a nosotros mismos que nadie más nos hará daño, que no volveremos a pasar por ahí, que ya no volveremos a caer en esa trampa, porque eso del amor es una trampa con el cepo más cruel que exista, porque cuando te pillas los dedos no puedes soltarlo hasta que te los corta, solo que no son los dedos lo que te pilla, sino todo lo que eres, todo tu corazón dirían los románticos, pero no es así, el corazón sigue latiendo, lo que te atrapa y te desgarra es todo lo que eres, como eres... Todo tu mundo, es un huracán que se lleva todo lo que has deseado, querido, valorado, te despoja de tu alma y te deja vacía por dentro, sin nada más que amargura y dolor.



Hay personas que no sirven para convivir con otra, es un hecho. Para eso no hace falta ni ser muy lista ni haber convivido con un número indeterminado de personas. Alguien me dijo una vez que tenía pocos elementos para hacer una estadística... ¿Cuántos números se necesitan para que la estadística sea completa?... Siempre lo discutí y creo que tengo razón al seguir discutiéndolo. Las estadísticas se pueden hacer con muchos números o con pocos, se hacen con los que posees y si de diez son diez fracasos, la estadística será el cien por cien, si son mil y mil fracasos seguirá siendo el cien por cien, si son tres y tres fracasos seguirán siendo el cien por cien. Cometí el error de creer que me equivocaba, tal como me decían, me equivocaba al hacerlas.... Pues no, no me equivocaba, las estadísticas eran correctas, el fracaso es al cien por cien. Hay personas que no sirven, así de sencillo es el tema.



Lo más irónico es como nos empeñamos en echar la culpa al otro, darle la vuelta a las cosas de manera que quedemos libres, no importa el daño que hagamos, siempre será que nos han obligado las circunstancias, nos ha obligado el carácter de la otra persona... Entonces empezamos a practicar un deporte que no está en las olimpiadas, pero debería estar, porque es un deporte que practicamos muchísimo y que se nos da muy bien: “Porque tú” así se debería llamar. Aprovechamos la menor oportunidad para practicarlo: “ Porque tú me dijiste, porque tú hiciste, porque tú me obligas, porque tú eres así, porque tú no das margen... Esta es la mejor de todas, porque tú eres muy exigente, porque tú me has obligado a hacerlo para no enfadarte...” Joderrrr... No es que me enfade es que me has dado donde más duele, donde más me duele a mí, por muy tonto que sea el tema para otras personas.

Y a partir de ahí un día nos olvidamos del “porque tú” para retomarlo al siguiente, lo dejamos otros y lo retomamos al siguiente... Hasta que destruimos todos los sueños de la otra persona, hasta que le quitamos todo aquello en lo que creía, hasta que la reducimos a una simple voz histérica que grita dándonos aún más elementos para poder seguir poniendo el pie encima de los trozos rotos y seguir aplastándolos aún más, entonces vienen los reproches, viene la fase de: “yo no he dicho eso” “esas palabras no las he pronunciado” aunque tú acabas de oírlas... Pero nunca han sido dichas, sobre todo es que oyes lo que quieres y tú empiezas a cuestionarte tu cordura, empiezas a cuestionarte si estás en tu sano juicio o lo tienes algo trastornado.

Llega un momento que ni siquiera estas segura de ti misma, quedas anulada, pensando en que tienes razón que los hechos están ahí, pero que quizás es que la fina cuerda que separa la realidad con la demencia se ha roto y no te has dado cuenta. Cuando te discuten tus valores, lo que siempre has creído como algo correcto, te argumentan que no es así aunque los hechos te den la razón, te quieren hacer ver que estás equivocada, que eres tú que ves las cosas como no son... Que eres muy intransigente... El mundo se te acaba de hundir bajo los pies, dejas de creer en ti misma, nada tiene sentido, nada es lo que parece... La locura se ha instalado en tu cabeza y no razonas, solo ves las cosas como son, pero no son así.

Sigues con la esperanza de que todo sea diferente, que lo que tus ojos han visto haya sido tan sólo un juego, que los mensajes enviados hayan sido un juego, cruel, pero un juego. Mantienes la esperanza hasta el último minuto, hasta que por el altavoz de un móvil oyes su voz, un móvil que no es el tuyo, un móvil que pertenece a otra mujer. Oyes decir que ya está llegando y en ese momento deseas morir, deseas que todo sea un mal sueño, una pesadilla de la que poder despertar, pero no lo és.



Cuando esto pasa después de muchos años de convivir con alguien te duele pero es como si tuvieras la certeza de que las cosas acabarían de esta manera o parecida, porque aquellos sueños que compartías años atrás se han ido deteriorando poco a poco, lentamente, imperceptiblemente... Pero cuando esto te pasa cuando aún deberías estar viviendo entre risas, miradas cómplices, caricias, besos y complicidad... Entonces la caída es brutal, nadie te salva de sentirme la persona más inútil, fea, ignorante y despreciable de este mundo.

Te miras al espejo y la imagen que refleja no es la tuya, a esa no le puedes decir: ”nena tú vales mucho” porque no es así, porque esa que ves tiene la piel seca de las lágrimas, los ojos hinchados del llanto, de la falta de sueño, de los cientos de cigarrillos consumidos... El pelo revuelto no como hasta hace poco de una noche loca, sino de que el peine no sabes donde está ni te importa, de la falta de agua y jabón porque ni siquiera eso tiene sentido... El pijama que usas para dormir, para levantarte, para todo el día... No, a esa imagen no le puedes decir lo mucho que vale, muy al contrario, te la miras y le dices: “mira que eres poca cosa eh??? “

Y como dice esa canción que mi amigo compuso en unos momentos como los que ahora vivo yo... Aixxxx Alejandro que nunca imaginaste que tu sentir de aquellos días sería el sentir de muchos que entonces te animábamos!!!!

¿Qué voy a hacer de los sueños?
¿Qué voy a hacer con aquellos besos?
¿Qué puedo hacer con todo aquello que soñamos?
dime dónde lo metemos.

¿Dónde guardo la mirada que me diste alguna vez?
¿Dónde guardo las promesas, dónde guardo el ayer?
¿Dónde guardo, niña, tu manera de tocarme?
¿Dónde guardo mi fe?

Mª José
20/05/2014


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